“Una obsesión vivida hasta la saciedad,
se anula en sus propios excesos”
E.M. Cioran

  • Las personas obsesivas son extremadamente rígidas y dicha rigidez se manifiesta en un constante intento por mantener el control sobre todo. La paradoja es que caen en el exceso de control que las lleva a perder el control.
  • Ese intento inicial funciona en el sentido que logran llegar a tener el control. El problema es que esa solución intentada inicial de tener el control, repetida en el tiempo, se termina convirtiendo en una trampa de la que la persona ya no sabe cómo escapar.
  • Las obsesiones pueden ser acciones, rituales comportamentales o pueden ser pensamientos o imágenes mentales que la persona no logra hacer desaparecer.
  • Por ejemplo, la persona que mentalmente tiene que repetir una misma frase un cierto número de veces antes de un examen porque cree que es la ‘frase de la suerte’. Inicialmente puede funcionar, en el sentido que la persona se siente más tranquila al momento de presentar el examen. Pero con el tiempo, a fuerza de repetirla, se va construyendo la creencia de que si no la repite, le irá mal. Es así como queda atrapada en un ritual mental, una obsesión que no puede dejar de repetir por miedo a que algo malo pase.
  • La característica más interesante de esta patología es que cuando se constituye como tal, el problema ya no es el miedo inicial, sino lo que la persona intentó hacer para superarlo. Es decir, la obsesión o el ritual que la persona tiene que repetir para sentirse tranquila.
  • ¿Cómo saber cuando un pensamiento pasa a ser una obsesión? Cuando se vuelve inevitable.